El capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty, derrumba mitos conservadores (Parte I)

Julio Boltvinik
La Jornada [x]



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    Los lectores tendrán pronto a su alcance el libro de Piketty en español. El Fondo de Cultura Económica (FCE) así lo anuncia en su gaceta de julio de este año2, en la cual se incluyen siete artículos sobre el libro, una entrevista a Piketty y dos textos de él. Piketty es un muy joven profesor de economía en París casi desconocido hasta que su libro, en la traducción al inglés, se volvió un best seller. Atacado en las páginas del Financial Times de Londres, respondió en el mismo diario con un artículo titulado Salvar el capitalismo de los capitalistas gravando la riqueza, incluido en la citada Gaceta con un grave error de traducción3. Los extractos que siguen muestran el ataque de Piketty a la supuesta meritocracia reinante en el capitalismo actual, así como su propuesta contra la desigualdad:
“La gente suele sobrevalorar las virtudes de sus meritocracias nacionales; sin embargo, tanto en Francia, los EU o en otros lugares, tal retórica rara vez se ajusta a los hechos. A menudo el propósito es justificar las desigualdades existentes. La educación masiva es importante, pero no garantiza una distribución justa de los ingresos y la riqueza...La desigualdad de ingresos en los Estados Unidos se ha agudizado desde la década de 1980, en gran medida como reflejo de los inmensos ingresos de la gente en la cima…la evidencia apoya la hipótesis que los altos directivos tienen el poder de fijar sus propias remuneraciones. Incluso si la desigualdad salarial pudiera ser controlada, la historia nos habla de otra fuerza maligna que tiende a amplificar las modestas desigualdades de la riqueza hasta que llegan a niveles extremos. Esto tiende a ocurrir cuando los rendimientos que reciben los dueños del capital crecen más rápido que la economía, poniendo en manos de los capitalistas una parte cada vez mayor del botín, a expensas de las clases media y baja. Fue precisamente porque la tasa de rendimiento del capital excedió el crecimiento económico que la desigualdad se agravó en el siglo XIX, y es probable que estas condiciones se repitan en el siglo XXI… La solución ideal [que no ocurrirá en EU porque el proceso político ha sido capturado por las personas de ingresos más altos] sería un impuesto global progresivo al patrimonio individual neto. Los que apenas empiezan pagarían poco, mientras que los que tienen miles de millones pagarían muchísimo. Esto mantendría la desigualdad bajo control y facilitaría el ascenso en la escala social...Un impuesto global a la riqueza requeriría cooperación internacional. Esto es difícil pero factible…A falta de eso, muchos pueden volverse contra la globalización. Si algún día hallaran una voz común, ésta emitiría los olvidados mantras del nacionalismo y el aislamiento económico. (Combino la traducción de la Gaceta del FCE con la mía).
El texto de Krugman incluido en dicha gaceta (¿Por qué estamos en una nueva edad dorada?) va en el mismo sentido: antes de la revolución en nuestra comprensión de las tendencias de largo plazo de la desigualdad, la mayor parte de las discusiones ignoraban a los verdaderamente ricos. Por ello, añade:
“…vino como una revelación cuando Piketty y sus colegas mostraron que los ingresos del ahora famoso uno por ciento, e incluso de grupos más reducidos, era la gran historia en la desigualdad creciente… Antes de la 1ª Guerra Mundial el uno por ciento percibió alrededor de una quinta parte del ingreso total tanto en Gran Bretaña como en EU…Para 1950 tal participación había sido reducida a menos de la mitad, pero desde 1980 la participación en el ingreso del uno por ciento se ha estado recuperando y, en EU, volvió a su nivel de hace un siglo. [Véase gráfica] Aun así, la élite económica de hoy es muy diferente de la del siglo XIX, ¿no es así? En aquel entonces la gran riqueza solía ser heredada y ¿no son los miembros de la élite económica actual, personas que se han ganado su posición? Pues bien, Piketty nos informa que esto no es tan cierto como usted piensa…La gran idea de El capital en el siglo XXI es que no solo hemos vuelto a los niveles de desigualdad del ingreso del siglo XIX, sino que también estamos en la ruta hacia el ‘capitalismo patrimonial’ en el cual los comandos superiores de la economía están controlados no por individuos talentosos sino por dinastías familiares” (Otra vez, combino la traducción de la gaceta con la mía).
Más adelante, el premio Nobel de economía, Paul Krugman, vuelve sobre el tema y señala que “La presunción de la mayoría de los investigadores sobre la desigualdad ha sido que el ingreso ganado, usualmente sueldos y salarios, es donde está la acción y que el ingreso del capital no es ni importante ni interesante. Piketty muestra, sin embargo, que incluso hoy el ingreso del capital, no las percepciones por trabajo, es el que predomina en la parte más alta de la distribución del ingreso. También muestra que en el pasado la propiedad desigual de activos, no el pago desigual de sueldos y salarios, fue el principal impulsor de las disparidades en el ingreso4. Y argumenta que estamos de regreso a ese tipo de sociedad”. Como dicha presunción es compartida por las teorías de la justicia, (John Rawls, seguidores y críticos) y, por tanto, no toman en cuenta las herencias, los hallazgos de Piketty les restan valor como veremos en próxima entrega.
Solow (en el texto citado en la nota al pie, N° 4) también aborda este tema. Señala que, además de la dinámica del proceso que él llama los ricos se vuelven más ricos, hay otra, también oscura implicación en los hallazgos de Piketty:
Si las aglomeraciones de riqueza ya existentes tienden a crecer más rápido que los ingresos del trabajo, es probable que el papel social de la riqueza heredada aumentará en relación con la de las fortunas recientemente ganadas y, por tanto, más basadas en méritos...La aritmética sugiere que la concentración de la riqueza y su habilidad para crecer favorecerán un peso creciente de la riqueza obtenida por herencia en comparación con la derivada del talento.
Este papel creciente de la herencia deriva en el carácter ‘rentista’ del capitalismo, que complementa el rentismo de ‘base natural’ descrito por Armando Bartra:
“La renta no es una perversión ocasional, un sobrelucro infrecuente y marginal. Estamos rodeados de rentas por todas partes. Un sistema que debía sustentarse estrictamente en la acumulación de plusvalía generada por la inversión productiva, no sólo reproduce sino que amplía las fuentes de ingreso de raigambre precapitalista sustentadas, más que en la aplicación de capital, en la apropiación de recursos naturales escasos. Hoy podemos afirmar que el capitalismo realmente existente se reveló como un sistema rentista donde la inversión productiva es un medio para realizar las rentas” (Sexto Sol, en Julio Boltvinik coord., Para comprender la crisis capitalista mundial actual, Fundación Heberto Castillo, 2010).
Nota. La versión en español en La Gaceta del FCE omitió el cuadro.
1Retomo el tema de la desigualdad, central en el libro de Piketty, que abordé en las entregas del 16 y 23 de mayo; 13, 20 y 27 de mayo; y 4, 11 y 18 de julio de este año. Les recuerdo a mis lectores que las entregas de Economía Moralpueden ser leídas y bajadas de la página web de La Jornada (entrar a la versión impresa, ir a servicios y ahí a ediciones anteriores, buscar la fecha deseada) así como en mi página web que aparece en la parte de debajo de las entregas deEconomía Moral. Al lado de mi correo electrónico.
3La frase: “los países europeos crearon instituciones que-debido a todas sus fallas(sic)-son estructuralmente más igualitarias e inclusivas que las de Estados Unidos” no tiene sentido, algo que ningún traductor debe dejar pasar. Las palabras en cursivas, en su original en inglés (disponible en la página web de Piketty) dice -for all their faults-. El error del traductor fue separar for de all. Mientras uno de los muchos significados de for es debido a, siempre que for va seguido de all significa lo opuesto, a pesar de. Véase el Webster’s New World Dictionary o en el traductor de Google la traducción de for all.
4El traductor de este texto en La Gaceta del FCE escribe aquí renta en lugar de ingreso. Creo que más que un ‘españolismo’ (en España casi no se usa el término ingreso, sino el de renta), se trata de la obsesión, tan común en nuestra lengua (pero no en inglés), de evitar la repetición de palabras acudiendo a sinónimos. Parece que el traductor sintió que ya había usado demasiado el término ingreso y lo sustituyó por su sinónimo renta. Pero en economía (como en muchas otras disciplinas) no hay sinónimos: ingreso es el término general que incluye sueldos y salarios, intereses, dividendos, rentas, transferencias, etcétera. Este error está presente también en el texto de Robert Solow (Thomas Piketty está en lo cierto) incluido en La Gaceta. Traduce así: “Las rentas del trabajo, naturalmente, están menos concentradas que los ingresos productos de la riqueza”. El original de Solow dice, repitiendo (¡qué horror!) la palabra ingreso: “El ingreso del trabajo está naturalmente menos concentrado que el ingreso de la riqueza”.